lunes, 31 de marzo de 2008

CASAS PATIO EN MATOSHINOS, Souto de Moura



En Matosinhos, pequeño centro que forma ya parte de la periferia de Oporto, ha sido vendida una parte del jardín de una antigua villa para realizar una intervención residencial.

Eduardo Souto de Moura realiza un complejo de casas bajas, que se integran con discreción en el diseño del paisaje, tejiendo relaciones menudas y complejas con un lugar en el que conviven diversos mundos y diversos tiempos: el lento silencio y los árboles seculares del jardín de la villa de Ribeirinho y de los espacios, el puerto de Leixões, el ruido incesante de los largos embarcaderos que se encuentran enfrente, entrando a diseñar el paisaje y las prostitutas más abajo, en la calle.

Las casas bajas, de una sola planta, se extienden aquí conservando la presencia del elemento natural, no tanto por los raros árboles que se entrevén desde los patios interiores, cuánto por el absoluto silencio compositivo, pausa temporal que convierte en presente el sentido sagrado y perenne de las cosas de la naturaleza.
El juntarse en la calle de los garajes y la presencia de un patio de entrada con un hueco de servicio aseguran al cuerpo real de la casa una distancia desde el espacio exterior que es funcional a la disminución de velocidad del tiempo físicamente perceptible en la vivienda.

En la puerta de entrada se encuentran una luz y un árbol, plantado en el medio en la parte superior de la escalera, como en las empinadas graderías de Lisboa.
Dentro pocos elementos, en los que las medidas y la absoluta esencialidad del lenguaje fuerzan la geometría euclidiana.
El espacio se multiplica: el tabique que encierra el disimulado entorno trapezoidal de la piscina guarda otro jardín oculto, en el que un círculo de encinas da la dimensión de un lugar esotérico.